domingo, 30 de noviembre de 2008

COMENTA



Esta es la historia de un juego que empezo entre amigos. Aqui en barcelona nos reunimos un grupo de jugadores para probar todo tipo de juegos de rol D&D, Vampiro, L5A etc... Y con el tiempo decidi...¿Porque no creo yo un juego de rol?

Dicho y hecho, este es un juego d20 creado sin ningun animo de lucro, excepto el divertirme con mis amigos usando una ambientacion actual al estilo Vampiro, y metiendo cosas de muchos sitios para asi crear un juego divertido que he ido completando mas y mas, a medida que avanzaban las partidas.

Despues de estar mastereando unos 7 meses de este juego, he decidido colgarlo en la web, por si algun DM le apetece probarlo con su grupo de amigos, o alguien cercano le apetece venir a probarlo ^^

Para los roleros mas lejanos haceos vuestros pjs y rolead con nosotros via chat ^_^. Para cualquier cosa contactar conmigo fox_forever_7@hotmail.com

Sistema de creacion de pj online:
-Eliges un nombre xD
-Elige un clan... algo mas dificil porque ahi muchos...
- Y por ultimo la edad de tu personaje...
- Y pon un comentario con esos datos en este post ;)

Eso es lo basico, luego puedes personalizarlo todo lo que quieras: añadir la historia, descripcion fisica... imagen suya etc etc...


Aqui teneis este post para comentar todo aquello que os apetezca.

Misery




Nombre: Padre Miseri Valcrist
Categoria: Sacerdote
Edad: 25 años
Nivel: 9

Daigotsu






Nombre: Daigotsu Togashi
Categoria: Ronin/Vengador/Demonio
Edad: 24 años
Nivel: 6


Mi Masamune se deslizaba sobre las entrañas de ese ser inferior, esa cosa que algunos llaman humanos.
Mientras brotaba la sangre de su boca y de su herida abierta intentaba recogerse las entrañas…..
Anduve por tierras imperecederas junto a demonios , me enseñaron el verdadero camino ..la perfección ,un ser sin miedos, sin amor, sin sentimientos, un ser cuyo único objetivo es alcanzar el poder absoluto y la destrucción de la falsa vida q envuelve q los seres inferiores de Migdar,.
Criaturas inferiores obsérveme, pues ha llegado vuestro mesías, vuestro camino es seguirme hacia vuestra salvación, destruir a aquellos que se interpongan y aplastar las falsas creencias de una torre hueca y vacía.
Yo q de las entrañas de la tierra surjo, yo dictador de quien debe morir y de quien debe vivir, yo, que soy el elijo para guiaros en el nombre de la verdad, yo que cambiare vuestra vida para siempre…….seguid pues el fin esta cerca y yo puedo libraros de la muerte.





Shugo




Nombre: Shugo
Categoria: Drakai/Vengador
Edad: 26 años
Nivel: 6




Apariencia: Shugo es un hombre alto y fuerte, de piel morena y cabello castaño. Mantiene un ojo siempre cerrado, y el otro muestra un profundo tono canela, perdido, que se torna blanco completamente cuando pierde el control de sí mismo. Casi siempre vistiendo su anticuada armadura de placas, se mueve sin abandonar nunca una distante seriedad, observando cada persona con que se cruza, cada rincón en cada calle, llevando a la mínima una mano a la absurdamente grande espada que lleva a la espalda, sujeta simplemente por la empuñadura a una correa, pues es demasiado voluminosa para una vaina. Una curiosa cicatriz en forma de 8 octogonal se deja ver en su cuello, una cicatriz que siempre parece reciente, y algo en el hombre resulta inquietante, incómodo, como si pudiera presentirse que no es avatar de buenos presagios.




Se abre la vieja puerta de roble de la posada, provocándose una corriente que amenaza con airear el viciado y cargado ambiente del antro. Una amenaza vana, como lo son la mayoría de ellas... Pero la figura de joven hombre cruza el umbral, dirigiéndose a paso cansado hacia la barra, sin mirar a nadie.

Debe rondar la veintena, y la piel que cubre sus trabajados músculos ya aparece salpicada de multitud de cicatrices allí donde la coraza no esconde. Se echa atrás la capucha de la capa, o los restos de ésta, pues aparece destrozada por agujeros de flecha y bala, y descubre así su rostro de piel morena y un ojo canela, el otro permanentemente cerrado, y cabello castaño, corto y de punta, de forma práctica. Con un suspiro, se arranca de la espalda los harapos que fueran su capa de viaje, y la echa a un rincón, sin complejos, ajustando luego la correa de la vaina que mantiene a su espalda un enorme mandoble.

Con voz cansada y áspera pide una cerveza, sin mirar al amo de la venta, mientras ahora sí, observa los parroquianos; los viejos borrachos incorregibles de siempre, unos cuantos extranjeros que no conoce, y una pequeña compañía bandolera al completo, pasándolo bien con un par de putas. Vuelve a dar la espalda al resto del local, girándose en su taburete hacia la barra y cogiendo su jarra de cerveza, para apurarla de un largo trago y dejarla en la mesa con un golpe seco, pidiendo otra sin palabras. Ningún extraño encapuchado, ninguna sombra acechando en rincones oscuros...
Un sorprendido gruñido escapa a sus labios cuando el penetrante dolor en su cuello vuelve a hacerse notar, latiendo en sordas pulsaciones, haciendo sangrar de nuevo el estigma. La luz de las antorchas parece apagarse a su vista, sumiendo rápidamente el local en amenazantes sombras, y el aire empieza a hervir de bajos e ininteligibles susurros, coreados por un millar de balbuceantes y gemebundas voces a la vez. El humo de los cigarrillos se deforma en manos, en caras torturadas y retorcidas que se alargan hacia él clamando por la carne que es suya...

Demonios, tampoco hoy habrá descanso, están cerca... Se levanta con pesadez y, sin dar ningún tipo de explicación al sorprendido camarero, marcha tal cual vino. Al menos con el último trabajo ha conseguido unas cuantas monedas...

Shugo no tiene apellidos. No tiene familia, ni hogar. Ni siquiera tiene un oficio. Pero tiene una espada, y brazos fuertes, y no necesita mas. Fue recogido en un pequeño campamento harapiento en un punto de los suburbios que ya nadie recuerda, uno de los últimos reductos de forajidos drakai. Recogido de los brazos de su madre muerta, mientras el refugio entero ardía. Nadie entendía por qué Jana salió de la choza sin oro ni joyas, con un crío recién nacido por todo botín. Cosas de mujeres... Al fin y al cabo las malas lenguas en la cuadrilla decían que la mujer era estéril, y siendo la pareja de Duncan, el líder, tampoco se le podía decir nada. A decir verdad, tampoco habrian tenido el valor de echarle nada en cara aunque no fuese la compañera del capitán, pues era bien sabido que pocos había en el grupo capaces de vencerla... Pero las excusas hacen felices a las personas. Al menos por un tiempo.

Y así, la cuadrilla de los Gargantas, un grupillo de asaltantes con cierto renombre por la zona, gozó de la incorporación de su miembro mas joven. A Jana no le costó nada ponerle un nombre, y a pesar de ser una mujer dura y fría, trataba al chiquillo con el amor de una madre, que creció entre canallas y bandidos de poca monta, bajo la tutela de un padrastro que poco o nada tenía que enseñarle, mas allá del arte de matar. Pero Duncan no era un hombre amable. Él nunca habia querido un hijo, y siempre le echó en cara a Jana el haber andado recogiendo cagapañales. Pero, aunque a regañadientes, aceptó al nuevo miembro de su familia.

Mas, una vida de bandolero no deja lugar para personas débiles, y Duncan no estaba dispuesto a mantener una boca inútil. Desde bien temprana edad, sometía a su hijastro a agotadores y en muchas ocasiones abusivos, entrenamientos. Trabajaba su cuerpo antes de que creciera siquiera, endurecía su mente antes de que despertara... Descargaba sus frustraciones. Y a pesar de todo, el chiquillo, por alguna extraña razón, no sentía mas que devoción por su padrastro, a pesar de saber bien que no era su padre real, pues nunca le escondieron sus orígenes. Se entregaba en cuerpo y alma al adiestramiento, practicaba día y noche por su cuenta y, en un intento de fortalecerse a marchas forzadas, usaba siempre una espada mas alta que él, que apenas podía mover.

Entre insultos, saqueos y golpes fue creciendo, agarrado a su espada, con unas manos que, desde que tenía uso de razón, habian olido a hierro y sangre, unas manos ásperas por los callos... Y se hizo fuerte. Muy fuerte, de hecho, mas de lo que la mayoría esperaban. Ya con catorce años, cabalgaba siempre en la vanguardia de los ataques, enarbolando el gran mandoble con soltura ya, siempre en su intento de complacer a Duncan. Pero llegó un momento en que la enfermedad hizo presa en Jana, y los diablos de la tuberculosis se la llevaron al averno. Duncan se afectó mucho, y por alguna retorcida razón, culpaba a su hijastro de la pérdida de su mujer. Los saqueos exitosos ya no contaban, las batallas vencidas no eran suficientes... Le mandó incluso, en varias ocasiones, a batallas perdidas, sabiendo que sacrificaba a muchos hombres suyos con tal de matar al muchacho. Y por alguna razón, el chico siempre volvía. Cubierto de heridas, pero con esa expresión de perro abandonado en sus ojos marrones...

Una noche, las pesadillas de Duncan fueron más de lo que su quebrantada cordura pudo soportar, y se descubrió entrando en la tienda de su hijastro puñal en mano. El chico se despertó, sin dar crédito a lo que veía, y salió corriendo de la tienda, cogiendo la espada como pudo, esquivando con mayor o menor éxito las puñaladas que su padrastro lanzaba. Le persiguió hasta uno de los muchos vertederos que ese páramo sin techo que los suburbios son, mas allá de las hogueras del campamento, y se lanzó de frente con una estocada que no estaba a tiempo de evitar... Alza su acero para cubrirse, rechaza la daga, y el muchacho con los ojos cubiertos de lágrimas y las piernas temblando, da un traspié... Y Duncan observa su pecho, atravesado por cinco pies de metal... Señala en silencio, sin conseguir que su boca escupa mas que borbotones de oscura sangre... señala y acusa con unos ojos que rebosan rencor... acusa... y muere. Como mueren las mudas palabras en sus boca negra... Como muere la maldición en sus grises ojos... Como morimos todos algún dia.

Shugo huyó de allí, como no podía ser de otra forma. Huyó con las manos vacías, y una espada a la espalda. Una espada muy pesada... Pero las tierras olvidadas bajo Midgar son muy grandes, y la estupidez de los humanos es mayor aún. Nunca faltarian batallas en las que sangrar, ni grupos de mercenarios a los que unirse. Así que durante años, vagó de un lado a otro, haciendo lo único que sabia hacer, vendiendo su espada a unos y otros, viajando de un lado a otro, sin rumbo ni objetivo. Hasta que un día, tropezó con una banda distinta. No era mucho mas grande que la mayoría, pero llevaban un buen tiempo haciéndose un renombre considerable en el reino.

Se decía que no perdían una batalla, y que su líder era tan hábil con la espada como hábil con la estrategias... Isdel era su nombre, un plebello sin nada, el líder de los Grifos Blancos. Un pordiosero que no tenía nada, pero lo quería todo... Queria poder, un clan... un sector en la superficie. Impresionado por el aparentemente absurdo sueño, Shugo se quedó con ellos mas tiempo de lo que acostumbraba a quedarse con nadie, mientras el casi ejército de Isdel crecía día tras día con los hombres que, embriagados por el sueño de su líder, luchaban cada vez por gente mas influyente y rica.

Con la banda de los Grifos pasó varios años, y llegó a admirar profundamente a aquel extraño hombre que era su líder, un don nadie que daba contínuamente la sensación de estar fuera de lugar entre plebeyos.

Pero los sueños no eran para él, y terminó por abandonarlos también a ellos. Sin despedirse, sin decir nada, como hacía siempre, una noche marchó, sin mas. Buscando de forma inconsciente su propio camino, su propia meta... Un sueño que moldeaba siempre con su espada. Había visto muchas cosas en su vida, y ninguna era bonita. Vivió la guerra en primera persona, vivió muchas guerras, incluso combatió para otras razas... Pero siempre era lo mismo. Cuando alguien ve tanto, cuando conoce tan bien a las personas... Es inevitable decepcionarse. El ser humano no tiene nada de bello, y eso es algo que aceptó con resignación desde muy temprano. Así que solo le quedaba su espada, solo la lucha, solo matar... Porque él no era mejor que los demás. Con su acero, se relacionaba con el mundo, chocaba contra la realidad cada vez que su arma chocaba con otra... Y al menos las chispas de ese fugaz momento... Las chispas que saltaban con cada impacto... Daban luz... y calor... El suficiente para seguir, aunque apenas pudiesen verse. Con cada golpe expresaba sus sentimientos, con cada lucha liberaba su resignada frustración... Con cada entrenamiento se hacía mas fuerte...

Así, buscando las chispas de la lucha, tomó una vez mas los caminos. Era solo cuestión de tiempo que volviera a encontrarse con los Grifos, y que de nuevo se uniese a ellos, aunque gran parte de ello la tuviera la segunda al mando tras Isdel, la joven Dev, a la que nunca había podido olvidar del todo. Pasaron raudos los meses ahora en compañía de la que le habia estado esperando todo este tiempo, aquella de la que hizo ahora su razón para luchar.

Pero algo salió mal. Quizás Isdel hubiese estado engañándolos a todos desde el principio, quizás solo hubiese sido manipulado... pero cuando debian marchar todos a su siguiente objetivo, el príncipe de los desheredados condujo a los suyos a un viejo cementerio de trenes... segundos antes de que el mundo entero cambiara, al menos para ellos. El perennemente negro cielo de metal se tornó de rojo sangre, los escombros del suelo dieron paso a un tapiz de almas en pena, y un Sol negro y perverso reinó sobre el impío reino que se alzaba desde saben los antiguos dioses donde.

Los Cuatro aparecieron entonces. Cuatro extraños seres, gigantescos y a todas luces todopoderosos, caminando entre un ejército de horrores que se arrastraban y babeaban anticipando el festín. Cuatro demonios poderosos como nunca ninguno de los allí presentes pudo imaginar, que se presentaron ante los insignificantes humanos con el regocijo del que no tiene nada que temer en este mundo. La Mano de Dios, los Heraldos del Auténtico. Sirvientes verdaderos del único y todopoderoso Dios en las alturas. Generales que requerian un quinto dedo para completar la mano, un quinto dedo que habia de pagarse en sangre...

Isdel se comportaba como si siempre hubiese sabido que aquello iba a pasar, pero nunca se hubiese permitido creerlo. Se limitaba a observar con ojos desencajados y una sonrisa demente en el rostro mientras los suyos eran marcados con el estigma. El estigma que oscurecía sus pieles y marcaba a los desgraciados como propiedad del otro mundo... Carne para los hambrientos diablos, almas para las almas en pena. Se limitaba a observar mientras sus soldados eran devorados sin piedad alguna en aquel macabro y surreal baño de sangre bajo la funesta luz del Sol Eclipsado. El ritual se desarrollaba, los Grifos caían presas del sacrificio que convertía a su antiguo señor, en Señor de mucho más, el ritual que daba una nueva vida al plebeyo, que le hacía renacer como el último miembro de La Mano...

Para cuando Isdel alzó su ahora negra y quitinosa cabeza, no quedaban humanos vivos. Casi. De alguna forma, dos luchaban aún con sus últimas fuerzas contra la pesadillesca hueste hambrienta. Shugo y Dev, espalda con espalda, jadeantes y desesperados en aquella profana dimensión llena de horrores sobrevivían aún de alguna forma, con docenas de heridas abiertas cada uno de ellos, luchando ya solo por instinto de supervivencia, de protección. Una escena preciosa a su manera, muerte, amor, ira y miedo. Sangre. Una escena inadmisible de todas formas, la primera víctima del renacido Oscuro había de ser tomada. Nada pudieron frente al que fuera amigo. Nada pudo hacer Shugo cuando, sujetado por dos pares de mandíbulas, tuerto y enloquecido, tuvo que ver como Dev era atacada. Era violada, una y otra vez, de todas las formas posibles. Y finalmente, era muerta. Todo lo vió, con absoluta claridad, por entre la sangre que resbalaba por su frente, atravesada su carne por firmes estacas de marfil. Todo lo vió, y lo volvería a ver cada noche desde entonces.

Algo debió fallar en aquel momento, algo ocurrió que La Mano no esperaba, pero en el mismo momento en que Dev moría, el Eclipse terminó. Los demonios desaparecieron, las aberraciones marcharon, y él quedó allí, tendido en el lecho de su propia sangre en un rincón olvidado de los suburbios. Fue quizás un pago por el infierno sufrido que un viejo vagabundo le encontrara allí, y le recogiera. Una nimia compensación, tan pequeña como ridícula. Una agria oportunidad de vivir, de vengar.

El viejo habló, y extrañamente, no parecía saber poco. Le habló del estigma que había oscurecido su piel y su cabello, La Marca de los Condenados, que le identificaba como propiedad de las almas corruptas, como alimento de diablos y espectros sin descanso. La Marca que le haría vivir a partir de ahora en el umbral entre el mundo de los vivos y el de los que no han muerto del todo, la Marca que le desterraba, de forma permanente y sin remedio, a un infierno en la tierra como no los hay tras la muerte. Intentó mostrarle la bendición implícita en su maldición, la posibilidad de contactar ahora con los que no podian descansar, de darles el descanso que merecían. Intentó enseñarle a combatir al submundo, a defenderse de aquellas oleadas de espectros que acudían periódicamente a reclamar lo que reconocían como suyo.

El viejo Vengador intentó mucho con aquel joven de mirada anciana, pero aún cuando este marchó, no estuvo seguro de haber conseguido nada por él. Una descomunal espada de gigante fue el único regalo que su trastornado y demente de ira aprendiz aceptó. Un arma forjada e imbuida expresamente para él, un arma que sólo el odio podria mover, que solo la venganza podria blandir. Aunque, aún y así... la venganza no es mas que la mas pura forma de justicia...


Personajes Muertos

Adratus "Punisher" -Vengador-
Bel Triabel -Demonio-
Portia Giovanni -Vodacce-
Lucita de Aragon -Vampiro-
Ardemir Carter -Demonio-
Lucius Corvinus -Fenris-
Rammstein Schindler -Kriegericht-
"Trigger" Hanna Smeison -Tahures Negros-
Page Clifton -Demonio-
Alex Wolf "Doggy" -Fenris-
Ohrim Samita -Ashrim-
Krauss Krishner -Kriegericht-
Lucius Raven -Fenris-
Radagast Samita -Ishtar-
Izan Mccloud -Ashrim-
May Shin -Vampiro-
Sam Lee "Lucky" -El Cub de los Siete Duendes-
Kate William -Mutante-
Billy Junior -El Club de los Siete Duendes- (Retirado)
Krauser Morgan -Fenris- (Retirado)
Diana "As de Picas" -Asesino-
Sandy y Mandy -Hermanos de Sangre-
Paulus Nathan -Ashrim-
Cris Keigh "Chocolate" -Kriegericht
Sandy Low -Mercenario-
Archer Smith -Sombra-
Alan Smith -Hijos de Azathot-
Hamman Hans Pander -Kriegericht- (Retirado)
William Johanson -Angeles de Arioch-
Helena Giovanni -Vodacce-
Iscariote -Panteras Negras- (Retirado)
Clarisse Witman -Mutante-
Malibu -Fraternidad Royal- (Retirada)
Phoebe -Vampiro- (Retirada)
Kimary Ronso -Mutante- (Retirado)
Order -Tahures Negros- (Retirado)
Karen Williams -Demonio- (Retirada)
Rubi -Matadragones- (Retirada)
Auron Galbrant -Matadragones-
Marly Metter -Sucubo-
Jeff Mathews -Hijos de Azathot-
Zero Strike -Tahures Negros-
Kevin Fox -Hijos de Azathot-
Svetovic -Kriegericht-
Seraph -Triada del Desierto-
Shirou Nakamura -Mutante-
Barraca Jones -Panteras Negras-
Alexander Mckalan -Vengador-
Mery Anne Valcrist -Sacerdotisa-
Sodom -Antitribu-
Ayameri -Mantis-
Vincent Delacroix -Antitribu- (Retirado)
Karin/Velvet -Antitribu- (Retirado)
Aldarion Hojasangrienta -Fenris-
Bishop -Antitribu-
Sergio Carlos Morales Di Sousa -Soul Bound-
Ishimo Kukonlai -Shinigami-

Ishimo


Nombre: Kukonlai Ishimo
Categoria: Shinigami
Edad: 24 años
Nivel: 5 (Muerto)

Wyvern



Nombre: Wyvern
Categoria: Fenris/Greenpeace
Edad: 23 años
Nivel: 1

Hitlerof


Nombre: Hitlerof
Categoria: Kriegericht
Edad: 24 años
Nivel: 4

Ruffy



Nombre: Monkey D. Ruffy
Categoria: Mutante
Edad: 18 años
Nivel: 4

Bishop



Nombre: Bishop
Categoria: Panteras Negras/Sombra
Edad: 21 años
Nivel: 3 (Muerto)